La imagen corresponde a un mapa político de
España dividido según la antigua división regional anterior a la actual
división autonómica. En el se reflejan las corrientes migratorias interiores
entre 1960 y 1970, años que se corresponden con la última etapa del franquismo
y el desarrollismo.
En el mapa se observa claramente que hay dos
focos receptores de población, que son Madrid (con 474.000 inmigrantes) y
Barcelona (con 517.000). Esta corriente migratoria correspondería al éxodo
rural que se va a desarrollar en estos años a causa de la mecanización del
campo y a la expansión industrial de estas grandes ciudades. Así, los
emigrantes proceden de regiones tradicionalmente rurales (no hay emigración
desde Asturias, Cantabria, País Vasco o Valencia), especialmente de las zonas
históricamente latifundistas (centro y sur peninsular).
La zona que más emigrantes emite es Andalucía,
dirigiéndose la mayoría de ellos a Barcelona, y en menor proporción a Madrid.
Es también muy importante la emigración de Extremadura y de Castilla La Mancha; en este caso, la
población se desplaza mayoritariamente a Madrid, por la cercanía geográfica.
Barcelona. El flujo migratorio de las regiones del norte se reparte
prácticamente a partes iguales entre ambas ciudades. Hubo otras zonas
receptoras de inmigración, como los archipiélagos, Valencia o el País Vasco,
que no aparecen reflejadas en el mapa.
Este proceso trajo como consecuencia el espectacular
crecimiento urbano de Madrid y Barcelona, siendo el momento en el que estas
ciudades se expanden hacia lo que hoy es su corona metropolitana. Otra
consecuencia de este éxodo rural fue la conversión definitiva de España en un
país urbana, perdiendo su tradicional carácter rural.
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